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Esta enfermedad tiene una variada distribución, presentándose con mayor frecuencia en zonas cálidas y húmedas.
A pesar de que aún no está definida su cadena epidemiológica, se considera al agua y suelos contaminados como fuente de infección.
No se conoce todavía el mecanismo de transmisión pero se estima que por contacto directo de mucosas y piel con lugares contaminados.
Son susceptibles los equinos de cualquier edad, pero con preferencia los machos y adultos. También lo son otros animales domésticos, salvajes y el hombre.
El cuadro clínico se caracteriza por la formación de lesiones verrucosas, pólipos o papilomas muy vascularizados de color rosado que asientan principalmente en mucosa nasal, pero también se puede ubicar en faringe, laringe, conjuntivas, vulva y pene.
La formación descripta es blanda y friable con una superficie lobulada con aspecto a “coliflor”, puede estar acompañada de espistasis nasal unilateral, descarga mucopurulenta.
De acuerdo al tamaño de los pólipos y si se encuentran en mucosa nasal se puede escuchar una respiración dificultosa y en ocasiones obliterar en gran medida el conducto nasal, habitualmente solo afectar a una de las cavidades nasales.
Si asienta en mucosa conjuntival, puede dificultar la visión, lo que conduce a una alimentación deficiente y por ende a disminución de peso.
La complicación más importante radica en que los pólipos externos se pueden exponer a lesiones lo que conduce a pequeñas hemorragias y complicaciones con miasis.
El tratamiento por excelencia es el quirúrgico, teniendo cuidado que sangra en forma profusa.
Es posible la recidiva luego de la extirpación.